¡Leer este post te llevará 4 minutos! ¡A disfrutar!

Esta siendo una época extraña, por la cantidad de cambios que estoy sufriendo en hábitos de vida y consumo.  Por mí, y por todos mis compañer@s…

Toda esta historia empieza hace aproximadamente hace un mes, cuando una mañana – de repente, como buena revelación – me di cuenta de que mi estilo de vida sedentario y mis malos hábitos nutricionales no  me beneficiaban en absoluto. En este momento no me siento en desacuerdo con mi cuerpo, ya que disfruto de y con él, pero como forma una parte tan importante de mí como otra cualquiera no podía olvidarlo de esta manera.

Lo primero que hice fue concienciarme, puesto que no era la primera vez que intentaba «hacer dieta» y saltármela a la torera a las pocas horas, en esta ocasión no quería adelgazar para gustar a nadie, ni para verme mejor con la ropa o la denominada operación bikini, ni por ese efecto tan arraigado de que todos los jóvenes tenemos que ser cuasi «tronistas» de cuerpos perfectos…  sino por el simple hecho de conseguir armonía con mi mente, con la forma en que quiero mostrarme a mí mismo. Esta reflexión la explica genialmente mi amiga Begoña Antón, que ha comenzado Diario de una Curvie para explicar cómo va a ser su proceso de adelgazamiento….

«Mucha gente me dice: «pero si estás estupenda» pero yo no me siento así y creo que mi propia opinión pesa más.» afirma en el post la asesora de imagen. Eso lo he vivido yo también, las primeras reacciones de la gente que me rodea – creo que orientandose más hacia el cariño que me tienen – me decían «pero si no lo necesitas, si no estas gordo». Puede ser cierto que dada mi constitución, mi altura – y mi buen gusto al vestir, ejem, ejem ;-) – no de una imagen fofa, descuidada o de peso excesivo, pero la báscula no miente y confirma que me encuentro muy por encima de mi peso recomendado… Casi 13 kilos por encima! Eso me pareció intolerable, no por la aspiración estética, sino por el hecho del exceso de comida y falta de actividad que estaba viviendo. No me daba mucha pena sobrepasar lo que se considera bello, sino sobrepasar lo que se considera saludable.

«Mi conclusión es que los 10 kilazos que me sobran es una cuestión de estar agusto conmigo misma, sin dejar de tener curvas (peligrosas) y además seguir dentro de un normopeso más saludable que estar al borde del sobrepeso» puede leerse en el blog de Begoña y me siento profundamente identificado con esta idea. Voy a seguir siendo yo mismo, esta claro que no puedo convertirme en un modelo de Calvin Klein, pero eso no significa que no deba cuidarme y velar por mi comida conociendo las calorías que consumo e intentar quemarlas!

Dado mi trabajo, llevo una vida más sedentaria de lo que debería, siempre sentado frente al ordenador… a esto se suma – no os voy a mentir – que soy un perfecto negado para los deportes, y encima un poco flojo en general. Eso dificulta enormemente mi relación con el ejercicio físico. Pero eso no quita que no haya pequeños trucos que he retomado y que me hacen estar un poco más activo: subir por las escaleras en vez del ascensor, intentar caminar todo lo posible…

Para mí todo esto se trata de un cambio de hábitos de vida, más como viaje que como meta. Comprender que cada alimento cuenta y sin renunciar al placer, también se debe ser consciente de lo que se está consumiendo y de lo que se está «gastando». Bien es cierto que en estos primero momentos estoy intentado ser más estricto con ello, ya que si recaigo ahora puede suponer mi perdición, pero la idea es llegar a un punto en que no tenga que negarme nada, sino en el que sea consciente de lo que me conviene en cada momento. ¿será un signo de madurez?

Sea como fuere, os cuento esta chapa para explicar cómo todos tenemos que hacernos comprender a nosotros mismos lo que queremos, no por los demás, sino lo que nos haga estar a gusto en nuestra propia piel, carne, y huesos…