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“La elegancia es la manifestación de una mente independiente y libre” -Isabella Rossellini

Pocos meses faltan para que Isabella Fiorella Elettra Giovanna Rossellini cumpla 60 urteak. Mundialmente conocida como Isabella Rossellini, esta romana hija de dos leyendas del zinea, el director de cine italiano (padre del neorrealismo) Roberto Rossellini y de la mítica actriz Ingrid Bergman, nació con el estigma y el peso de ser “hija depero ella supo labrarse una carrera en la moda y en el cine al margen de sus padres.

«Creo que gusto tanto a las mujeres porque nunca he intentado ser perfecta ni esconder mis fallos»

Isabella es una mujer que comprende que la vida es poliédrica, por eso se puede meter en la piel y la mente de una sadomasoquista en el cine o interpretar a su madre en un biopic, se enamora de los hombres más torturados del séptimo arte, escribe sus memoriasQualcosa di memientras que su rostro dulcemente angelical nos invita a hidratarnos desde los anuncios de las páginas papel del Vogue

Comenzó a darse a conocer a través del periodismo y la televisión , luego participó en varias películas italianas con directores como Roberto Begnini o los Hermanos Taviani, que además de algún premio en festivales de cine le dio quebraderos de cabeza, ya que a raíz de la película Vaticano Show fue excomulgada por la Iglesia Católica, además de ser comparada implacablemente con su madre. Tras esas incursiones en el cine italiano siguió su carrera cinematográfica en América con directores como Robert Zemeckis , Joel Schumacher, Peter Weir o Nikita Mihalkov.

Siendo muy joven se casó con el director de cine Martin Scorsese y más adelante, tras el fracaso de esta unión, vuelve a casarse con el modelo y cineasta Jonathan Wiedeman con el que tendría dos hijos. De nuevo divorciada, tendría relaciones, bastante tumultuosas, con David Lynch, que la dirigió en la inquietante película Blue Velvet y con el actor Gary Oldman.

Su carrera en la moda no iba a ser tan accidentada ni con tantos altibajos como en el cine. Isabella tenía una piel perfecta, una boca sensual y una mirada de terciopelo. Cuando el fotógrafo Bruce Weber se encontró con ella intuyó que aquella mujer había nacido para mirar al mundo y que el mundo la contemplara desde la portada de un Vogue.

Isabella no era una niña, tenía ya 30 años cuando inició su carrera en la moda; a esa edad, muchas modelos están en plena decadencia o retiradas, para ella, en cambio, supuso el comienzo de una estable y triunfal etapa en la moda, la cosmética y la fotografía (Richard Avedon , Denis Piel…) . El único punto negro en esa trayectoria fue el contrato en exclusiva con la marca Lancôme, que le fue rescindido antes de tiempo con el pretexto de que era demasiado vieja. Aunque detrás de esa razón se enmascaraba tal vez un castigo a la libertad de costumbres y criterios de una mujer que no se conformaba con ser una belleza callada y tonta. No obstante la jugada salió mal a la firma ya que Isabella se marchó como vicepresidenta a la rival, Lancaster. Hoy día tiene su propia empresa cosmética: Manifesto.

Acostumbrada a vestir en su trabajo grandes firmas ella prefiere en su vida cotidiana la comodidad de una camiseta blanca o el aire oriental tan engañosamente simple compuesto por carísimas chaquetas negras y costosos chales de seda o, si es para ocasiones especiales, la firma Dolce & Gabanna para los que ha trabajado en diferentes campañas.